Acontinucaion les traigo un extracto de una nota publicada por el diario La Vanguardia, en su edicion digital.
La misma deja ver otra ave-plaga, aparte de las palomas, las gaviotas. Estas no son solo un problema por suciedad y enfermedades que traen, si no que tambien son bastante agresivas en algunos casos.
"Tengo miedo a salir a la terraza porque las gaviotas no me dejan. Si abro la puerta, empiezan a hacer vuelos intimidatorios; es como si me vigilaran. En una ocasión, tras caer un polluelo en mi terraza, salí a tender la ropa y me atacaron. Quise coger mi gato para evitar que lo atraparan y se me echaron encima. El gato se salvó de milagro, pero a mí me rasgaron la ropa". Así explica Carla Embcke la fobia justificada que ha desarrollado a salir a la terraza de su casa en la calle Pou de l´Estanc, en el Born. Casi no se atreve a tender la ropa por temor a encontrarse de nuevo a las gaviotas, cuyos nidos -situados cerca de la plaza de las Olles- son un motivo de queja de otros vecinos. Su testimonio expresa el mismo temor de otros ciudadanos, que sienten como un peligro la proximidad de las gaviotas.
Las gaviotas defienden su territorio, y su agresividad se manifiesta sobre todo cuando defienden su territorio en las proximidades de sus nidos o cuando buscan la comida. Sin embargo, su proliferación no sólo está ocasionando molestias y alterando la convivencia en algunos inmuebles, sino que ha distorsionado la vida escolar en varios centros educativos. Muchos ciudadanos -incluidos bañistas- se han visto sorprendidos por su agresividad.
"Me siento rehén de las gaviotas. Es terrorífico; es como en la película de Hitchcock. Protegen sus crías tan ferozmente que no dudan en atacar a las personas", explica Carla Embcke, que lleva denunciando desde hace cinco años las molestas de las gaviotas que se han colocado en un muro cercano a su casa, sin que el problema se haya resuelto. "Después de cinco años de protestas, el Ayuntamiento ya debería de haber tenido una solución, alguna idea se les tendría que haber ocurrido para atajar el problema. Eso es realmente vergonzoso; el Ayuntamiento debe defendernos", se lamentó esta vecina queriendo expresar también la situación de esos vecinos que "se sienten totalmente desamparados y asustados". Por suerte, esta misma semana, una brigada municipal se llevó el nido; pero aún no está tranquila porque las aves siguen revoloteando.
La proliferación de gaviotas ha provocado molestias cada vez más graves en el colegio Ramon Llull (en Diagonal, entre Sardenya y Marina). El claustro ha prohibido a los niños comer el bocadillo en el patio y ahora almuerzan en las aulas antes de salir al recreo). Lo hacen precisamente para evitar la amenaza de las gaviotas, una de las cuales llegó a arrebatar en pleno vuelo el bocadillo a un alumno. Esta misma solución también ha sido estudiada en otras escuelas barcelonesas.
En el Ramon Llull, las gaviotas patiamarillas (y las palomas) han sido un incordio. Primero, recogían los trozos y restos de comida que habían dejado los niños tras abandonar el patio; luego empezaron a zarandear las papeleras hasta provocar la caída de residuos; más tarde, comenzaron a revolotear nerviosamente sobre las cabezas de los escolares; hasta que, finalmente, un ave le arrebató el bocadillo al niño. Los profesores temían que estos incidentes se volvieran a repetir y que, incluso, se registrara algún ataque a los niños -escolares de entre 3 y 12 años-, por lo que decidieron que los alumnos deberían comer el bocadillo en el aula, de manera que cuando salen al patio ya no corren peligro de ser atacados por estas aves. "Los niños ahora comen seguros y tranquilos en el aula; dejan el papel de aluminio para reciclar, y luego bajan al patio", dice el director del colegio Isidoro Liébana, convencido de que se ha encontrado "una solución satisfactoria".
Las gaviotas, que antes estaban impacientes esperando la hora del patio, ahora se han ido. Rara vez se les ve. "La población de palomas o gaviotas crece cuando hay comida. Y si se quiere evitar que estén, la manera más drástica de reducir sus poblaciones es retirarles las comida, aparte de que se hagan capturas masivas o que se proceda a la retirada de los nidos", dice Liébana, que no necesita ser biólogo para aplicar esta máxima: "Si no hay comida, no hay animales".
La gaviotas han creado múltiples problemas también en el colegio concertado Nuestra Señora del Rosario (en calle Mallorca, entre Roger de Flor y Nàpols). A finales de febrero, bandadas de gaviotas empezaron a sobrevolar el patio y a descender en picado para atrapar los bocadillos de los alumnos, aunque no hubo ataques. "Vimos que había un peligro para alumnos, y cuando acababa el recreo, el patio se llenaba de gaviotas que recogían las migajas que habían dejado", dice la profesora Adelaida Alcalde. Al ver que el Ayuntamiento de Barcelona no satisfacía sus reclamaciones, el colegio contrató una empresa privada especializada para estudiar las soluciones.
Esta les informó de que seguramente las aves estaban de paso (no formaban colonias), y les propuso un plan: colocar pinchos, instalar ultrasonidos y que los escolares comieran en clase y no en el patio. Incluso, pensaron en contratar un halcón para espantarlas. Por suerte, tras la Semana Santa la bandada de gaviotas desapareció. Y no ha habido necesidad de aplicar estas medidas. Pero temen que vuelvan. El Ayuntamiento le ha retirado un nido. Pero siguen con el miedo en el cuerpo.